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Origen y evolución

Origen y Evolución de las Cuevas

Origen y Evolución de las Cuevas

La formación de una cueva depende del trabajo químico y mecánico de las aguas subterráneas y las propiedades físicas del terreno.
Todo resulta de la acción de agentes químicos y agentes físicos, siendo que, porcentualmente, esta actuación puede ser considerada a razón de 90% y 10% respectivamente.
En concreto, la disolución y alteración del calcáreo a través de procesos químicos se realiza a través del dióxido de carbono disuelto en el agua, con oxígeno, y aún diversos ácidos y productos orgánicos que provienen del suelo.
Por esa infiltración las aguas cargadas de carbono van penetrando a través de las grietas y diaclás del calcáreo.
El CO2 reacciona, transformando el carbonato de calcio en bicarbonato ácido de calcio soluble y que es transportado por las aguas.
Con la circulación por las grietas y fracturas, estas se van extendiendo lentamente dando aberturas de formas variables, que el trabajo de las aguas va aumentando con el tiempo, formando más cavidades en la roca.
Los agentes físicos, aunque considerados mínimos, merecen citación por el trabajo de estructura que ejercen: calentamiento y enfriamiento que provocan fracturas por donde penetran las aguas.
Por lo tanto, es obvio que la cueva no es producto de un fenómeno estático. Tiene su nacimiento y evolución hasta alcanzar la madurez, entrando después en proceso destructivo hasta desaparecer.

Galerias de una Cueva

Las galerías se forman cuando el agua cargada de gas carbónico, disuelve el calcáreo y alarga la conducción inicial.
Con el tiempo, mientras aparecen las primeras concreciones en el techo, el agua profundiza las capas más bajas y solamente el nível de terreno inferior permanece inundado, excavando poco a poco, meandros que en ocasiones tienen kilómetros de longitud.
Los espeleotemas, del griego spelaion (caverna) y thema (depósito), se definen como deposiciones minerales en cuevas que se forman básicamente por procesos químicos de disolución y precipitación.
Son la parte más vistosa y colorida del universo subterráneo, pero su abundancia no siempre es la misma ya que depende de una variedad de situaciones: la madurez de la cavidad, la región donde se encuentra y la altura o el clima.
Tales espeleotemas cubren tanto los techos y paredes de la cueva, como su suelo, formados por los dos mecanismos de deposición básicos: el goteo y el escurrimiento.
La coloración de los espeleotemas depende de las dimensiones de factores como la presencia de la materia orgánica, la acción de determinadas bacterias, algunos depósitos en la red cristalina o la presencia de iones metálicos (hidróxidos y óxidos de hierro, magnesio, plomo y cobre).
En base a estos y otros condicionantes se establecen clasificaciones para los distintos espeleotemas:

Estalactitas

Son las más frecuentes.
El agua al alcanzar el techo de una galería por una grieta, debido a los cambios de presión y temperatura que allí se encuentra, pierde el dióxido de carbono y suelta el carbonato cálcico alrededor de la gota.
Poco a poco forma una fina concreción, por cuyo interior el agua fluye.
Se denominan tubulares cuando son muy largas y de poco diámetro.
El desarrollo de la estalactita y la evolución de su sistema cristalino dependen de la intensidad y la constancia de la deposición.
La razón de crecimiento de estas estalactitas tubulares varía de local a local y de época para época, pero, según estudios realizados en diversas partes del mundo, el crecimiento anual de estos espeleotemas es del orden de 0,3 mm.

Estalagmitas

El agua al llegar al suelo comienza a formar una estalagmita. Generalmente son más anchas que las estalactitas y con el extremo menos puntiagudo.
Con su formación asociada a las estalactitas, presentan tasas de crecimiento del mismo orden.

Columna

Cuando una estalactita alcanza a la estalagmita subyacente, se forma una columna.

Coliflor

Epósitos de calcita de superficie rugosa y porosa que recubren los núcleos, paredes, pisos y otros espeleotemas existentes en las cuevas.
Según la teoría más difundida y polémica, su formación se da a partir del goteo de agua de los techos y correspondiente "rociado" de la gota en su choque contra el piso.
Este proceso hace que la calcita disuelta en las gotitas de agua se precipite de forma irregular y dispersa sobre los soportes vecinos.
Así, grandes áreas de los pisos y de las paredes son cubiertas por estos espeleotemas, generalmente poco consistentes, cuya apariencia final, ramificada e irregular, recuerda el vegetal de donde se originó su nombre.


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